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La Danza como Patrimonio Cultural Intangible de Corea


(publicado originalmente por la Administración del Patrimonio Cultural de Corea)



I. Géneros


Taepyeongmu, la Danza de la Paz

(Patrimonio Intangible No. 92)


Taepyeongmu, la Danza de la Paz, es un ejemplo glorioso de estándares populares en el repertorio de danza clásica. Sus origines son desconocidos, pero sin duda fue una oración para la paz y prosperidad nacional. Por siglos esta proporcionó a la familia real y a la aristocracia un tipo de entretenimiento y placer relajantes.


Se sabe que Han Seong-jun, un destacado artista de comienzos del siglo XX, adaptó estilos coreográficos de las danzas shamánicas de la provincia de Gyeonggi, imprimiéndole así nueva vida a Taepyeongmu. Muchas más piezas clásicas han pasado por sus manos. Él fundó la Academia Joseon de Danza en 1934 y celebró un recital anual para la principales danzas clásicas desde entonces hasta su muerte.


Han trató de capturar la hermosa postura y la elegancia de las danzas cortesanas. Sobre la base de su investigación de las piezas cortesanas, él centró y reconstruyó su estructura coreográfica para realzar su estética. Muchas de las piezas muy apreciadas que existen hoy surgieron de sus manos. Han Yeong-suk, su nieta, continuó con la maestría que aprendió de él.


Hoy en día el estudio de la danza de por vida bajo la guía de un solo maestro privado ha sido institucionalizado. Muchos profesionales aprenden la tradición dancística de profesores en universidades, aunque algunos solistas talentosos han sido enseñados directamente por los maestros bailarines.


Taepyeongmu se danza al ritmo de gyeonggi dodanggut, un tempo ritual expresivo que varía de 10 a 36 pulsos de percusión, incluyendo los ciclos rítmicos bujeongpuri, banseoreumchae, ollimchae, dollimchae, heoburimchae y jajeun gutgeori. De tal forma que esta requiere no solamente de un estudio intenso de los complicados movimientos corporales sino también de un buen sentido del ritmo.


La bailarina lleva puesta una falda azul oscura tejida sobre una falda roja, una chaqueta cruzada larga con amplias mangas que tienen bordados florales elaborados, hansam o mangas largas con diseño de arco iris, y un tocado negro de trenza en espiral en la cabeza. Debajo de la voluminosa falda la bailarina demuestra intrincados y a la vez sutiles pasos y posiciones de pies. Sus pies con medias acolchadas deben seguir con destreza los rápidos ritmos y luego disminuir la velocidad para los ritmos lentos. La belleza de Taepyeongmu proviene de la delicadeza y pasos contenidos de la bailarina. Los patrones de los pies incluyen pasos superpuestos de adelante hacia atrás o de lado a lado, pasos dinámicos, caminar con las rodillas levantadas, y avanzar y regresar sobre los talones. Incluso en los pasos dinámicos la bailarina no parece estar apresurada.


Los exquisitos movimientos de las manos se expresan a través del despliegue lento de las mangas hansam en curvas en espiral, como si permanecieran un momento en el aire logrando reducir la gravedad. La expresión facial de la bailarina es restringida, mostrando un buen control de la energía. La forma en que la bailarina trata de alcanzar el éxtasis calmo a través de la auto-hermetismo, logrando la simplicidad al dejar de lado las complicaciones, junto con la tensión artística entre el movimiento y el reposo, ilustra la plenitud de la vida en el goce y en la pena. Esta sofisticación intrínseca cautiva los corazones de muchos espectadores. Es una estilización estética muy diferente de cualquier otra que se pueda experimentar en occidente.