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Políticas de Protección Cultural en Corea: Patrimonio Cultural Intangible y Personajes "Tesoro Nacional"

Por YANG Jongsung


Capítulo1. Introducción (III)

Por otro lado las funciones institucionalizadas tienen una forma, discurso y producción "estática" y constante. Stoeltje (1993) tiene a la forma, discurso y producción modelados como un entendimiento del poder en la representación del folclor y en la práctica del poder producido en la política. Es decir que tanto la representación como la política tiene su campo individual de poder. Cuando la representación es institucionalizada y controlada por un grupo político reinante, ese grupo en turno controla el poder único de la representación para que se ciña a sus propósitos políticos cualesquiera sean estos. Cuando se da la institucionalización la representación pierde mucho de su poder y efecto originales. Sin embargo esto podría producir un resultado negativo inevitable para la supervivencia cultural.

El envolvimiento político de culturas tradicionales está relacionado con o motivado por el desarrollo económico (Picard 1993; Walton 1993) en muchos países en desarrollo (O'Grady 1982). Un asunto es el desarrollo económico que trae la necesidad de una protección cultural. En Corea del Sur el desarrollo económico significó la industrialización y la occidentalización. La protección cultural fue establecida para preservar la cultura tradicional frente a las contrapartes occidentales a veces más de moda, por ejemplo, como símbolos de la cultura tradicional coreana como un medio de preservar la identidad nacional. Una vez que se estableció dicha protección puede surgir otra parte del desarrollo económico y es la explotación de la cultura tradicional como contribución a la economía de una nación. El poder de la producción de espectáculos folclóricos para concursos, presentaciones o exhibiciones por parte de productores culturales, promotores culturales o creadores de leyes pueden relacionarse de alguna forma con la promoción del turismo o de otros intereses comerciales y más aun con propósitos económicos mas poderosos. Además los miembros del estado quienes derivan gran parte del apoyo de poderes foráneos pueden sentirse comprometidos y buscar reforzar las credenciales nacionalistas (y la legitimidad) promoviendo el folclor.

Los beneficios económicos de las representaciones folclóricas (Kirshenblatt-Gimblett y Bruner 1992) a partir de tentativas económicas tales como la promoción del turismo (Evans-Pritchard 1993) pueden ser uno de los objetos de las economías en desarrollo (de Kadt 1979; Moeran 1984). La transformación de la tradición como un resultado de las políticas culturales nacionales con una mirada hacia la economía es un fenómeno particular en los países en desarrollo. En estos países el folclor tangible e intangible es formado y reformado, y creado y recreado con el fin de encontrar un lugar en las tiendas de departamentos y en los mercados, en escenarios y en sitios de turistas tanto nacional como internacionalmente.

Este crear y recrear la tradición para compradores y público modernos ha sido controlado no solamente por los que elaboran las políticas, sino también por los hombres de negocios de la cultura y por los corredores de bolsa culturales. Hoy en día en muchos países (no solo países desarrollados) tanto el arte de imitación como el "arte de creación" se han convertido en arte tradicional, y todos están en la mira del mercado comercial. Un ejemplo de esto puede verse en Turquía donde el mercado del arte moderno en Erzurum depende no solo de las artes tradicionales sino también de artes creadas recientemente que pasan por formas de arte tradicional (Glassie 1993). Sin embargo, en este caso estas actividades funcionan como parte del proceso comunicativo del folclor al crear la tradición y la consolidación y al desarrollar la calidad y la técnica de las artes (Glassie 1993: 303-318).

Pero el crear y recrear y la creación o recreación de la cultura tradicional o nacional para uso político (Herzfeld 1982; Lofgren 1989; Wilson 1975) o para el turismo, ha tomado lugar entre culturas desde el siglo XIX (Lofgren 1989) en muchos campos de la sociedad. Lo que enfatiza este estudio es cómo este formar y reformar, y crear y recrear de la cultura tradicional afecta a los intérpretes y a las propias formas de arte. Esto crea una tensión entre los que elaboran las leyes, los folcloristas, los corredores de bolsa de la cultura, los hombres de negocios y los productores culturales, quien trabajan por controlar las presentaciones folclóricas.

La institucionalización del folclor y la recreación de la tradición se hacen bajo la apariencia de preservación, conservación o protección. Con el fin de institucionalizar el folclor y por tanto de recrear la tradición, es necesario para el folclor y sus intérpretes estar contenidos dentro de categorías particulares. La preservación, conservación o protección del folclor pueden tener como objetivo la promoción de las artes (Loomis 1983), con el fin de educar y entretener al público moderno, y para hacerlos pensar a cerca de su pasado y "traer a la memoria lo olvidado" (Feintuch 1988: 2). Los folcloristas e investigadores han sido muy activos en la investigación de géneros folclóricos no solo con el fin de educar, recordar o entretener, sino también con el propósito de promover movimientos culturales, movimientos de independencia nacionales y movimientos de preservación cultural. Estas personas utilizan y seleccionan al folclor de acuerdo con agendas individuales. Como lo afirma Morton (1987: 146), la necesidad de preservar la cultura en la sociedad moderna requiere que "tomemos algo de lo ha sobrevivido del pasado para el presente y que lo preservemos para el futuro, pero no todo".

Los folcloristas e investigadores generalmente trabajan para agencias del gobierno. A menos que reciban fondos que les permita cierta independencia en sus investigaciones, trabajan dentro de los límites de las políticas creadas por otros. Los que crean las políticas tienen el poder de usar los géneros folclóricos con propósitos políticos y controlan o limitan a los investigadores que trabajan para ellos. Con el fin de que el poder sea ejercido de esta forma, debe existir una política cultural y una agenda política. Por tanto los que hacen las políticas formulan las directrices en las cuales se recolecta, investiga, protege y conserva el folclor, y eventualmente influyen en él, lo transforman y manipulan. El folclor es con frecuencia representado en la sociedad moderna a través de las políticas culturales de conservación, preservación y protección. La culturas presentadas o representadas en exposiciones y eventos culturales son representativas de una fuerte tradición. Estas culturas tradicionales son por tanto presentadas una y otra vez al público con base en una política de conservación cultural. Como dijo Loomis (1983: iv):


"la conservación cultural es un concepto empleado en la organización de la divulgación de esfuerzos privados y públicos que tiene que ver con la vida cultural de la comunidad tradicional...


en su aplicación, conservación cultural se refiere a una aproximación sistemática y coordinada de la protección del patrimonio cultural".


Como ya se dijo, el tener en cuenta a la cultura tradicional para su preservación, conservación y protección se ha convertido en una preocupación fundamental en cuanto a los cambios que ha tenido debido a la modernización (Singer 1972; Yamamoto 1978). Cuando se ve separado de propósitos políticos específicos, la preservación, conservación y protección dan como resultado la presentación y representación culturales en programas públicos. Con frecuencia se busca exponer diferentes tipos de patrimonio cultural y se trata de proporcionar una continuidad y una motivación culturales (Feintuch 1988: 1).

La aplicación de políticas culturales en Corea se ha hecho mucho más extensa hacia finales de los 80 y en los 90. La expansión de la política cultural es directa y muy evidente. Por ejemplo, cada mes de cada año hay un mes designado a un famoso pintor, poeta, músico o novelista. A cada año se le asigna un género artístico. Por ejemplo, 1989 fue el "año del teatro y el cine" o 1990 fue el "año de la danza". Sin embargo el cambiante ambiente cultural todavía no ha producido cambios en las mismas políticas de preservación cultural.